Hay que partir de la premisa que la violencia de género
se basa en una dinámica que mantiene atrapadas a las víctimas, el proceso de
maltrato es lento y progresivo, ninguna mujer aguantaría a un hombre que en los
primeros momentos de relación mostrase síntomas agresivos hacia ella, de esto
se desprende que el maltratador sigue una estrategia preparando a su víctima,
despojándola paulatinamente de su seguridad, confianza, autonomía, etc..,
utilizando tenuemente al comienzo y aumentado su intensidad según se afianza la relación y la falta de recursos
de la víctima, diferentes manifestaciones de maltrato psicológico, para
intentar conseguir que cuando llegue el maltrato físico, de producirse, la
mujer se encuentre aislada de su entorno más próximo, sola, avergonzada, con
sentimientos de culpabilidad, en definitiva totalmente dependiente de su maltratador.
La dinámica del maltrato como acuño Leonor Walter en 1984
se podría entender como “el ciclo de la violencia”...
que lo conformarían varias fases que surgen en la relación de m
altrato de forma cíclica retroalimentándose las una de la otras. Estas fases según diferentes autores pueden ser tres o cuatro, todos coinciden aunque varíe su calificación en que se produce una fase de tensión donde cualquier enfrentamiento por nimio que sea sirve de escusa para justificar la siguiente fase que sería la de explosión o crisis, que es donde se produce el maltrato explícito, como consecuencia a ese maltrato ya sea físico o psicológico se da pie a la tercera fase que es la de arrepentimiento o “luna de miel” que es cuando el maltratador para minimizar las consecuencias posibles de sus actos ruega el perdón de la víctima utilizando la dependencia emocional de esta a su persona para mediante mensajes de remordimiento por lo realizado y prometiendo que no se volverán a producir hechos similares, conseguir el perdón de su pareja. Cada una de las fases se produce en espacios más breves de tiempo y su intensidad aumenta con el paso del mismo, sobre todo la fase de explosión que se convierten en más violentas y constantes, al contrario que la fase de arrepentimiento que cada vez se hace más efímera, llegando a dejar de existir en los instantes más intensos del maltrato.
que lo conformarían varias fases que surgen en la relación de m
altrato de forma cíclica retroalimentándose las una de la otras. Estas fases según diferentes autores pueden ser tres o cuatro, todos coinciden aunque varíe su calificación en que se produce una fase de tensión donde cualquier enfrentamiento por nimio que sea sirve de escusa para justificar la siguiente fase que sería la de explosión o crisis, que es donde se produce el maltrato explícito, como consecuencia a ese maltrato ya sea físico o psicológico se da pie a la tercera fase que es la de arrepentimiento o “luna de miel” que es cuando el maltratador para minimizar las consecuencias posibles de sus actos ruega el perdón de la víctima utilizando la dependencia emocional de esta a su persona para mediante mensajes de remordimiento por lo realizado y prometiendo que no se volverán a producir hechos similares, conseguir el perdón de su pareja. Cada una de las fases se produce en espacios más breves de tiempo y su intensidad aumenta con el paso del mismo, sobre todo la fase de explosión que se convierten en más violentas y constantes, al contrario que la fase de arrepentimiento que cada vez se hace más efímera, llegando a dejar de existir en los instantes más intensos del maltrato.
El maltratador coarta la adquisición de la confianza que
va adquiriendo en sí misma la víctima cuando se produce la fase de luna de miel
al sentir este que puede quedar mermado
su poder, la necesidad de que todo vuelva a estar bajo su control inicia un
nuevo episodio de tensión que depara en otro arranque de violencia.
Como objetivo primordial que se pretende con el ciclo de
la violencia se encuentra la búsqueda de un aumento de la dependencia y la pérdida
progresiva del poder de actuación y de decisión de la mujer así como el
desencadenamiento del miedo de la víctima como eje de una relación de sumisión.
Conviene desterrar falsas creencias burdas existentes en
el pensamiento colectivo al preguntarse constantemente ¿por qué aguanta la
mujer víctima? y empezar a preguntarnos
¿porqué pega él? para así encontrar los hándicaps que deparan en el
comportamiento violento y ponernos a buscar soluciones reales para que de una vez por todas se pueda
poner fin a esta lacra que tantas vidas destroza, las de las propias víctimas
directas y otras víctimas indirectas generalmente del núcleo familiar.
Existen varios tipos de maltrato que el delincuente va
utilizando según se va ganando la confianza de su pareja y va mermando las
habilidad sociales de esta para poder hacer frente a la situación de maltrato
que se ha encontrado, sin poder identificar
esta en muchas ocasiones la raíz del mismo debido a la astucia con la que el
maltratador ha ido instaurando el control mediante el uso de varios tipos de
violencia. De un maltrato psicológico más
leve, donde predominan las restricciones económicas, deambulatorias y de
apariencia personal, entre otras, se
pasa a un maltrato emocional más severo donde se empieza a insultar,
desprestigiar, desvalorizar, en definitiva a humillar a la víctima para
privarla de sus derechos más básicos y mermar su cualidades personales como la
autoestima, la confianza, etc.., para ir poco a poco haciendo de la mujer una
persona más dependiente de su maltratador.
Un día esa anulación que padece la
víctima permite un empujón de su pareja en un momento de calentón, del empujón se
deriva a un guantazo, de este a un puñetazo y paso a paso la mujer se encuentra
inmersa en una situación de maltrato donde tiene cabida todo tipo de violencia,
si haber sido capaz de poner topes al avance del maltrato al haberse producido de
una forma muy planificada y bajo unos patrones de actuación predeterminados por
el agresor. De esto se depara que la
violencia de género no es una violencia que se pueda justificar desde
sentimientos o emociones efímeras por muy virulentas que sean, este tipo de maltrato
tiene una génesis más profunda que emana de concepciones desiguales sobre la
paridad de género, siendo mucho más complicada y peligrosa que la violencia en
cualquier otro ámbito donde prima dicha paridad y no sea esta la cepa del
problema.
Muy buena descripción del proceso: es tal cual... Y de ahí la dificultad de la víctima para "identificar y reconocer" el maltrato, enfrentarse con su triste realidad, y poner los medios para salir de ello.
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