Lo/as niño/as son victimas directas de las agresiones causadas en su presencia (próxima o remota), tanto como pueden serlo las madres, e incluso más por su debilidad e indefensión. Por tanto al ser víctimas directas no pueden ser considerados como testigos presenciales, como se suele decir cuando se observan las cosas superficialmente.
Debido a la exposición de los menores a la violencia, estos comienzan a desarrollar actitudes violentas, comportamientos regresivos, conflictividad en sus relaciones con los demás, sufren de ansiedad, depresión, e incluso tendencias suicidas. Según informe elaborado por UNICEF en 2005, el 40% de los niños de los que sufren tales cuadros se convertirán en maltratadores potenciales, mientras que una proporción similar de niñas se convertirán en víctimas potenciales de violencia de género.